El Cerro La Vieja, o también conocido como Morro de la Vieja, es uno de los cerros tutelares que conforman el Páramo de Sonsón. Sorprende por su belleza, tamaño y altura que está sobre los 3.150 metros sobre el nivel del mar, así como la gran riqueza que guarda en su montaña.
De ella brotan quebradas, lagunas y espejos de agua, y es punto migratorio de un sin número de aves que cruzan el continente en búsqueda de comida y mejores climas. Su cima y alrededores están adornadas por hermosos frailejones, plantas características de los ecosistemas paramunos, y cuyas diversas especies se encuentran en La Vieja.
Además de su riqueza ecológica, el cerro está asociado con diversas historias y secretos que lo hacen aún más interesante y las cuales narra el historiador Jaime Alberto López Bonilla.
Se cree que es un volcán que se apagó hace cientos de años y algún día hará erupción, ha sido también considerada por antropólogos e historiadores como frontera natural entre los grupos aborígenes nómadas que poblaron el altiplano sonsoneño y, hasta otras versiones más osadas, lo asocian con presencia de vida extraterrestre.
En uno de sus costados el cerro posee un túmulo de piedras (tres grandes rocas, de las cuales una se encentra encima de la mitad de las otras dos). Frente a esto existen también varias interpretaciones: unas afirman que las piedras fueron expulsadas por alguna erupción volcánica y otros que fueron llevadas allí por los pueblos primitivos. «Esta formación rocosa de origen natural muy posiblemente fue utilizada como un altar por parte de los pueblos primitivos y sitio para el estudio astronómico y astrológico en donde los indígenas adoraban, el sol, la luna y las estrellas», dice.
Maria Parda, guardiana del Cerro
De otro lado, algunos sostienen que el cerro tiene una figura de una mujer de edad avanzada. Esta historieta de la vieja tiene gran afinidad con la leyenda de «María la Parda» una mujer que quería a los niños y que castigaba a los hombres malos a quienes les decía que si encontraban su tesoro se los entregaba por completo. Según cuenta el relato, una vez lo encontraban, quedaban convertidos en estatuas de oro o animales como serpientes y sapos.
«María la Parda era la guardiana del Cerro La Vieja, lo cual puede ser una continuación de algún mito indígena ya trasformado por los colonos asentados allí, en especial por los pobladores de río Verde y los propios colonos fundadores de Sonsón«, concibe López Bonilla.
Aunque las anteriores son solo historias que se tejen en torno al Cerro La Vieja, lo que sí es cierto es que visto desde la vía de acceso a Sonsón desde la capital Medellín, esta gran montaña da la bienvenida a quienes llegan al municipio o despide a los que parten de él.
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Foto: Nelson Álvarez.